LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org-El juicio por los muertos de Mazorra me pareció un teatro mal pintado por la prensa oficial, que intentó adornar con tecnicismos jurídicos, lo que todos sabemos: El descalabro de la salud pública, la debilidad del sistema jurídico y la hipocresía de los medios de comunicación.
Gramma omitió la cifra de implicados y fallecidos, pero dio detalles sobre el numero de testigos examinados por el tribunal y de las especialidades de los miembros de la comisión creada tardíamente por el Ministerio de salud pública para investigar la causa y condiciones que generaron “las muertes ocurridas”.
¿Habrán visto los jueces de la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal de La Habana, las fotos de los decesos, que circularon subrepticiamente por la ciudad? Pieles laceradas por golpes, evidencia de maltratos físicos. Los rostros apagados que en vano intentaban protegerse del frio, cuando el rigor de la muerte los alcanzó.
Cuerpos famélicos, que recibieron severos castigos porque su inconsciencia no les permitía percibir el abandono y protestar por ello. El hambre los azotó con la misma dureza que sus enfermeros y médicos, a los que posiblemente la necesidad y el cansancio les robo la sensibilidad humana. Los mismos que “por altruismo” viajan a recónditos lugares del planeta a llevar salud en nombre de Cuba.
Sin embargo, peso más la malversación que la propia muerte de los enfermos. Seres humanos abandonados por los hombres y por la cordura. Hecho que Granma gentilmente llamó “insuficiencia en el cuidado de los pacientes”.
“La fiscalía alegó que los implicados conocían que en el periodo invernal se produce un incremento de fallecidos por enfermedades respiratorias”, explicó el periodista. Sin embargo, “el cuadro encontrado en la evolución clínica” revelo signos de desnutrición, anemia y falta de vitaminas.
Un frente frio, no provoca esos padecimientos. Ellos son consecuencias de falta alimentos por meses, tal vez años. En esas condiciones físicas, la muerte era cuestión de tiempo. Las bajas temperaturas fue un catalizador, tal vez deseado.
Quedaron muchas interrogantes sin respuestas. ¿No pudo evitarse el triste desenlace? ¿Ningún análisis médico reveló con anterioridad tales diagnósticos? ¿Qué hacían los cuadros del gobierno o miembros del partido comunista responsables de la institución? ¿No hubo inspección o comprobación de los informes?
¿En todo ese tiempo no pasó por allí, en recorrido, un dirigente histórico? Se me olvidaba ese no es un objetivo estratégico de la Revolución. ¿Dónde estaba José Ramón Balaguer, el Ministro de Salud Pública en ese entonces? Dormía tibio y seguro mientras una treintena de enajenados -bajo el cuidado de una entidad perteneciente a su ministerio- moría de hipotermia.
Ni una disculpa ni su renuncia, solo silencio. Fue destituido a finales de julio del año pasado, como otros tantos ministros incompetentes, pero continúa su trabajo en las altas esferas del gobierno. Uno de los intocables con derecho a saborear hasta el fin de sus días “la miel del poder” , por la que solo ellos se sacrificaron. Tal vez por eso el tribunal no tuvo permiso para investigarlo.
Se cerró el telón, asunto concluso. Mañana nadie recordara los trágicos hechos, gracias a que la prensa disfrazó la mísera humana de un “sector que es orgullo y baluarte de Cuba y de muchos países del mundo” y la justicia distinguió entre cocineros, cuadros y dirigentes.