LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – Hace un año las autoridades, con el obvio objetivo de impedir las fugas del país, decomisaron arbitrariamente 20 catamaranes, pertenecientes a vecinos la playa Guanabo, al este de La Habana. Hasta el momento sus reclamaciones no han tenido respuesta, pero mantienen la confianza en que la jefatura del Ministerio del Interior y los tribunales abran una investigación sobre el decomiso, y se haga justicia.
Resulta lamentable que los paranoicos jefes de Tropas Guardafronteras se dediquen a la persecución de gente que intenta huir por mar del país, y sean indiferentes ante la pesca ilícita de tortugas marinas que, pueden vivir entre 150 y 200 años. La matanza de las tortugas que pretenden llegar a las playas para poner sus huevos, se produce cada primavera durante la temporada de desove.
Los pescadores furtivos se reparten los tramos de playa, que oscilan entre los 400 y 500 metros. A veces se producen disputas por el control de cada demarcación. En ocasiones las peleas han llevado a hechos de sangre, pero, irónicamente, esta situación es ignorada por las autoridades.
Los restos de cuerpos de las tortugas marinas son arrastrados por las corrientes hasta las playas, y allí son devorados por aves carroñeras. Muchos turistas, al verlos y enterarse de la situación, se indignan ante la indolencia de las autoridades.
Hace unos años, Fidel Castro – el principal responsable del desastre ecológico que es nuestro país- recibió un premio de la Academia de Ciencias de Cuba, por su actitud ante los programas de conservación del medio ambiente. Lo que ocurre con las tortugas marinas es una muestra de la doble moral que también impera en los organismos que supuestamente deben velar por la protección del medio ambiente.
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