Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - El sábado 11 de septiembre a las 11:29 a.m. Cubacel me pasó un mensaje al móvil: “Amar la justicia es defender a los cinco…” Como Cubacel es una empresa de comunicaciones el slogan me pareció demasiado político, casi surrealista, pues se refiere a los espías cubanos de la Red Avispa, condenados en los Estados Unidos en el año 2001.
Desde entonces el gobierno nos impuso una versión novelada de la vida y milagros de los espías, convertidos por los medios de comunicación estatales en “ los cinco héroes prisioneros del imperio”, donde “lucharon contra el terrorismo y la mafia de Miami”.
No voy a comentar la increíble metamorfosis de los agentes secretos devenidos “pacifistas”; la campaña publicitaria es demasiado costosa para la economía nacional y la inteligencia ciudadana. Me referiré, sin embargo, a cinco prisioneros del castrismo que cumplen condenas en La Habana, aunque no persiguieron ni mataron a nadie, ni usaron recursos estatales en misiones inútiles contra nuestros exiliados en los Estados Unidos.
Hablo de 5 de los 11 jóvenes que el 3 de abril de 2003 intentaron desviar la lancha Baraguá desde la Bahía de La Habana hacia Florida. Al quedar sin petróleo en medio del mar fueron rodeados por militares que les ordenaron regresar por el puerto de Mariel, donde se entregaron junto a los asustados pasajeros, ilesos y conmovidos por la aventura.
Allí mismo recibieron la sorpresiva visita del Comandante en Jefe, quien les hizo algunas preguntas y les aseguró: “esto es un cake y a cada uno les va a tocar su pedacito”. El cake fue repartido cinco días después por el Tribunal Provincial de Ciudad de La Habana, que condenó a muerte a Lorenzo Enrique Copello, Bárbaro Lodan y Jorge Luís Martínez, ejecutados el 11 de abril. A Wilmer Ledea, de 19 años, le impusieron 30 años; mientras que Harold Alcalá, Ramón Henry Grillo, Yoanis Tomás González y Maikel Delgado cumplen cadena perpetua en el área 47 del Combinado del Este, conocida como el Corredor de la muerte. El resto de los implicados ya salieron del presidio.
La crónica del suceso es más compleja y hasta pasa por el tema racial, pues los tres fusilados eran negros, aunque Ramón Henry y Yoanis Tomás también lo son y sobreviven. El juicio sumarísimo, ordenado por el Comandante en Jefe para amedrentar a quienes planean éxodos marítimos, no tuvo en cuenta que los involucrados no eran delincuentes ni opositores al gobierno. De los 11, sólo 2 tenían antecedentes penales, uno por “asedio al turismo” y otro por asuntos de drogas.
La semana pasada conversé por teléfono con tres de estos jóvenes prisioneros, con la madre de dos de ellos y con la tía y la hermana de Maikel Delgado y Ramón Henry Grillo. Ninguno de los cinco se creen héroes o mártires, ni se sienten orgullosos por tratar de desviar una embarcación para escapar de la isla; pero piensan que son víctimas de la intolerancia y la supeditación de los tribunales al Partido y Gobierno que encabezan los hermanos Castro desde mucho antes de que ellos nacieran.
En próximo artículo veremos qué pasa con estos cinco prisioneros del castrismo.
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